Cuando hacemos una inversión esperamos, en la mayoría de los casos, recuperar nuestra inversión lo antes posible. Sin embargo, depende del bien que adquiramos, este objetivo puede o no conseguirse rápido.
En el caso del sector inmobiliario, se trata de la industria que consume mayor capital, pero, además, el que invierte recupera el capital invertido a más largo plazo que en el resto de sectores. De hecho, si buscamos, es complicado encontrar sectores de actividad que inviertan con un horizonte temporal superior a los cinco años. En el caso del inmobiliario, en cambio, en su faceta patrimonialista invierte con un objetivo de recuperación de capital cercano a los 30 años.
Para una persona que invierte a tres décadas vista, la estabilidad de las normas, la seguridad jurídica y los mecanismos de defensa de la inflación son imprescindibles en su decisión de invertir.
Para estos inversores inmobiliarios cobran especial relevancia la facilidad de desalojo en caso de impago u ocupación y la actualización de los alquileres con el IPC. Y en este sentido, la falta de estabilidad y seguridad jurídica está haciendo que muchos inquilinos abandonen su deseo de poseer un bien inmobiliario para vender su inmueble. Pero, además, la limitación a la subida de los alquileres desmonta también el principal mecanismo que hace posible que se pueda invertir a tan largo plazo y puede derivar en que un número significativo de inversores abandone definitivamente el alquiler de viviendas agravando las tensiones al alza sobre los precios de alquiler por disminución de la oferta.